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LA SEÑORA



CAPITULO XXVI




Toronaga había llevado a las niñas al lago a nadar. Ishu estaba sola en casa, estaba feliz. Eran los momentos que más disfrutaba, no había ruido, no había quejas, susurros nada… solo silencio de precioso jardín.


Se preparo su acostumbrado te de hierbas y se disponía a disfrutarlo escuchando la brisa y chorrito de agua que le brindaba su pequeño estanque.



Parecía un día perfecto, pero como dicen… nada es perfecto.



Ishu se levantó y salió al patio a “recibir” al no invitado, ahí estaba, llevaba poco en el lugar.



- Estas muy lejos de tus dominios….



Aemon no contesto, no porque no la escuchara ni mucho menos, es que en ese momento Ishu no era importante para su atención.



Estaba mas intrigado en el pequeño santuario, Caleb le había hablado del lugar y estaba en lo correcto… era fascínate.



Tomaba notas de todo, incluso hizo un pequeño esquema para poder investigar con mayor detenimiento luego. Al ver que no recibía respuesta, Ishu se encogió de hombros y se fue a otros de los rincones de su jardín a esperar que el Señor se “dignara” a atenderle…


Tenia que admitir que le sorprendió ver a alguien como él ahí, por supuesto sabía que, y quien era, no tuvo que pensar mucho para llegar a la conclusión que todo la “excursión” nocturna había sido un fracaso. “Maldita sea” pensó….


Aemon por fin se acercó, ella le recibió con una de sus acostumbradas (y falsas) sonrisas.

- No tienes autoridad para estar aquí y mucho menos después de lo que has hecho….



- tu tampoco tienes autoridad para echarme – le interrumpe Aemon calmado – de hecho, no eres nadie para decirme que he hecho o no…… una Bruja, solo eso. Admito que siento cierto respeto, es decir, lograr atar a un vampiro, uno antiguo… wow pero más allá de eso no eres mas que un paracito que ha vivido siglos consumiendo a sus propias hijas… Lo que todavía se me escapa es que relación o que interés hay con los Caitas (vampiros). Estoy seguro que para atar a alguien tan antiguo has tenido que valerte de ayuda, Tal vez ni siquiera eres una bruja, tal vez solo eres un ghoul…


- Puede que no tenga autoridad sobre ti en este territorio, pero si la tengo para echarte de MI casa – Habla por fin Ishu, ya sin su sonrisa – Hablas como si ya lo entendieras todo, pero no tienes ni idea de lo que dices.



- Acabas de despertar y has cometido Diablerie, haz hecho lo más atroz que puede hacer alguien de tu especie y vienes a pavonearte aquí con esa maldita arrogancia. … has pensado siquiera en las consecuencias que te traerá esto?

- no me importa, ni voy a discutir eso contigo…


- Condenados, malditos… No son más que una secta de malditos atados a la sangre… son débiles, sin la sangre no son nada



- entonces es eso!!… no más que una rabieta de vieja por sentir que no pertenece a nada… que te han ofrecido tu amo a cambio pregunto…

- Calla…. – interrumpe Ishu ya sin disimular que no está enojada…. – todo tu gremio se ha acostumbrado a la palabrería política, han aprendido a depender tanto de sus espías y esclavos que no son capaz de ver lo que se cuece al otro lado. Y aun siguen sin ver nada, esa maldita arrogancia va ser su propia perdición…. Las cartas están echadas ya todo ha empezado a moverse como se ha planeado…


- Pero has fallado, no?… digo yo, algo no salió como debía anoche…

- De verdad te crees eso? Que has logrado resolver todo adsorbiendo a un imbécil

- por supuesto que no… pero tu lo has hecho mal, has fallado y aquí entre los dos sabemos lo que ocurre cuando no se cumple la voluntad… - Aemon responde aún tranquilo mientras enciende uno de sus tabacos – se me ocurren muchas ideas, justo a mí que soy benévolo con los míos.


- Todos van a caer malditos creídos, un nuevo mundo se levantará y será nuestra señora quien despierte del sueño eterno y regrese de oblivion capaz de envolver por fin al mundo en las sombras como debió haber pasado miles de años atrás…. – Ishu calla de golpe, esta vez Aemom ni la interrumpe ni dice nada. Solo escucha…


- Te invitaría a tomar una taza de té, lástima que no es tu bebida favorita, así que márchate… como he dicho antes… no eres bienvenido en mi casa.



Aemon asiente, ya no tiene más que buscar ahí, se da la vuelta y se marcha.

Ishu queda ahí, enojada con ella misma, sabe perfectamente que hablo más de lo que debía y con quien no debía.




 


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