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Nina Canela

EL MAGO QUE CONFIO



CAPITULO III




Aemon va recuperándose, poco a poco, de las secuelas de la Diablerie. La ha pasado bastante mal viviendo, imágenes y recuerdos, que sabe perfectamente no son suyos y que increíblemente sobrepasaban el sadismo, incluso para él. Ahora, luego de lograr dominar sus impulsos, más bestiales y primitivos, era momento de poner en orden el caos.



Antes de ir al Monte Komorebi, había dormido 20 años, solo 20 años, y fue suficiente para hacerle ver, que su imperio colapsaba. El mundo había cambiado, ahora los negocios y sus estadísticas era distintas, pero, no era eso lo que le mortificaba, había descubierto que, durante esos 20 años, le robaban. Y ahora, además, había un niño del "Puerto Gélido", y no cualquiera, Caleb, su vástago favorito, era el padre. Y su experiencia, le decía con seguridad, que esto, lo único que traería sería más caos. La Yihad había comenzado a moverse y había muchas cosas que arreglar.



Con Aemon, está Sven, un neonato, perdido, que había llegado al santuario de Aemon pidiendo refugio, habían ordenado una caza de sangre. Se le sentenciaba a la muerte definitiva, Aemon le ayudó y le salvó; ahora le tocaba pagar el favor.



Sven escuchó, al visitante, que estaba dentro de casa, apenas lo vio se puso a la defensiva, pero Aemon, de inmediato, lo interrumpió:



- Déjalo, sal de aquí! – y este enseguida obedeció.



- Veo que ya has encontrado un nuevo “hijo” – Se mofa Ankar - a ver cuánto tiempo te dura este.


Aemon no responde, ni siquiera le mira


- Quien te viera, el Gran Aemon Batori… que mal te ha sentado el letargo.



- ¿Has venido a joder, solo por gusto o, porque no tienes a quien más hincharle las pelotas?


Ankar solo ríe.


- Mucho se ha hablado de ti, no solo por tu gran, e inesperado, regreso, tan temprano, sino más bien por faltar al “Gran Consejo” del Circulo Interior. No es propio de ti, como si una Diablerie te lo hubiese impedido antes. ¿A cuántos has mandado matar por no presentarse y mandar excusas? me resulta irónico…



- ¿Y supongo que al ser privado, tú te habrás enterado de todo lo que se habló ahí? – le interrumpe fastidiado.



- Cómo se te ocurre – responde Ankar exagerando el tono de ofendido - pero, si sé, lo que ha ocurrido. Después de esa reunión, han destituido al Príncipe en San Myshuno, y unos cuantos más, y además, han se ha ordenado una Caza de Sangre contra alguno de ellos. Tus colegas creen, que es imperdonable, que vieran venir una amenaza, como la que has informado, durante todos estos años; vamos, dejar que un posible culto oscuro, del Sabbat, haya movido cartas sin que ninguna sangre azul lo hubiese sospechado.. hmmm... I M P E R D O N A B L E.



- Tú has sido, la mano derecha y, el consejero, del Príncipe, por casi medio siglo ¿Qué ha pasado? Dime algo, Sabían algo tus “colegas” sobre esto?... no?... no lo sabían?... O a lo mejor si?... porque me parece muy difícil pensar que ningún Tremeré, no estuviera, al tanto de esto – Aemon da un sorbo a su copa y prosigue, cambiando el tema, al ver que su interlocutor por fin calla – ¿Han nombrado a un nuevo Príncipe?



- No, no se atrevieron a hacerlo sin contar con tu presencia, así que, hasta nueva reunión del Circulo Interno, yo seguiré en mi puesto de Senescal hasta que un nuevo Príncipe diga lo contrario.


- ¿No te has presentado, como voluntario, para el puesto? – dijo Aemon con ironía.



- Para que quiero una corona cuando voy más cómodo sin ella – responde Ankar también con ironía.


Aemon le mira, la visita, del Tremeré, ya lo empieza a irritar. Ankar lo sabe, y lo disfruta, hasta que por fin se decide a soltar lo que realmente venía a decir:


- El chico, me ha llamado de nuevo, las pesadillas siguen y, según cuenta, cada vez son peores. Estamos perdiendo mucho tiempo buscando al fulano mago, Aemon. Ha todas estas ¿Por qué? ¿Por qué tiene que ser justamente ese tal Rasmu, cuando sabes que nosotros poseemos a unos cuantos magos que pueden hacer lo mismo? incluso yo mismo puedo intentar eso...



- Porque es, el único mago, en el que confió – le responde con firmeza y directamente mirándole a los ojos.


Para Ankar, fue un golpe bajo:


- Pues ya podrías empezar a buscarlo tu.




- El asunto no es solo pararlo, Ankar. Son respuestas que, está claro, tu tampoco tienes, y por ello dudo que alguno de tus magos pueda tenerlas.


- Yo de verdad espero que, tu mago, tenga las respuestas porque, si no, voy a reírme toda la eternidad de ello.



- Las tendrá, solo él puede ver que pasó en ese maldito ritual. Por cierto, que has encontrado de la tal Ishu.


- Pues nada interesante, si es una Ghoul, no hemos descubierto quien es su amo y no hay nada que la vincule directamente con el Sabbat.



- No me lo creo…


- Hasta ahora, es lo que hay… ¿pero, estas seguro que no es una Lamia?


- Totalmente – Aemon se retuerce un poco – una Lamia, no tiene el poder de dominar a un Antiguo.



- Entonces, puede ser un Devorador de Almas, un parasito. Por las notas, que me pasaste, del pequeño santuario, las marcas grabadas son runas, un portal y casi estoy seguro que la dirección, es la Umbra Oscura. Cosa que tiene mucho sentido, porque, aunque me digas que no tengo respuestas, puedo asegurarte, que los sueños de Leona son, un viaje directo a esa Umbra. Y tu hijo, está al borde de la locura, creo que ha entrado en un conflicto existencial consigo mismo.



- Eso le pasa por enamorarse – Aemon, termina su trago y, mira con pesar el fondo vacío de la copa - al menos con esto terminará esa fantasía ridícula de la Golconda.


Hay un silencio mientras Aemon sigue con la mirada fija en su copa, Ankar le observa, sabe que, Caleb, es un tema delicado para el Antiguo.




- Tu, seguirás con lo mismo – dice al fin, Aemon – seguirás buscando la forma de que Leona cruce, todo el condenado Velo, para llegar hasta Rasmu, pero, sobre todo, seguirás cuidando de Cobain.


- De verdad crees que, todo esto, tenga que ver con él, es decir. Pareciera que el punto central es su madre. Vamos, está la fulana profecía, pero, ¿Qué pinta aquí la Tiranía al Sol?



- Todo tiene que ver, de verdad, ¿te parece muy casual que esto empiece a ocurrir, justo cuando hay un hijo de Puerto Gélido con nosotros?


Ankar, no puede refutarlo, así que se calla, al final le toca seguir ordenes.


- Sigue con lo tuyo, no podemos hacer nada hasta que Rasmu vea, por fin, que ha pasado, en aquella maldita montaña. Mientras tanto hay que mover fichas, en La Camarilla, esto se ha ido de las manos. Es imposible que se haya formado un culto, con tanta fuerza, enfrente de nuestras narices y que nadie haya visto nada, y lo que necesitamos son pruebas.



Después de un largo silencio y meditación por parte del Antiguo, Aemon ordena:


- Y sobre el Príncipe, por ahora, y hasta el próximo consejo, será tu quien se encargue del puesto.


- ¿No deberías consultarlo con tus colegas? - Ankar que la decisión no le hace nada de gracia.


- Yo no necesito consultar nada - dice Aemon, tajante.



 


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